Si había algún lugar al que tenía que llegar era Cusco. La capital del Imperio Inca.

En este preciso lugar se erguían los palacios de los emperadores incas, de los fundadores de las dinastías que gobernaron el imperio de las cuatro regiones: El Tawantinsuyu.

Pero aquellos edificios, donde las piedras de las construcciones incas parecen hablar, parecen querer salirse de su encierro para contar hasta el origen del universo, fueron convertidos en tiendas comerciales. No me imagino al gran Inca Pachacutec viendo sus habitaciones transformadas en lugares de exposición de productos para la venta. Pero así es el ciclo del mundo, el tiempo y su eterno retorno.

Aún así, muchos muros se conservan tal como hace más de 500 años y hoy podemos disfrutar de estas maravillas que, en la actualidad, siguen siendo un misterio para la ciencia: ¿Cómo pudieron construir esos muros con tanta precisión? ¿Cómo tallaron las piedras para que encajen de tal manera que ni una hoja de afeitar puede introducirse entre las uniones?

Los caminos que intentan responder estas cuestiones son todos válidos. Yo debía encontrar la mía. A pesar de mis investigaciones bibliográficas nunca pude hallar una respuesta satisfactoria. Algo había oído sobre las «piedras de barro», pero nunca con tanto detalle. Mientras muchos tratan de explicar cómo trasladaron las piedras de una montaña a otra, algunos lugareños hablan sobre sus antepasados y explican que los incas eran capaces de «ablandar la piedra». Aparentemente existe o existía una planta con la cual los hatun-runa podían modelar la piedra a modo de arcilla. ayudados por placas de metal podían dar a la piedra cualquier forma… el límite era la imaginación!

Recrear este tipo de paredes será una tarea faraónica, pero ya estamos mano a la obra!!! Artistas humahuaqueños investigan la mejor manera de reproducir este trabajo tan preciso.

Mientras, les dedico esta poesía, que la misma piedra inspira:

Estático movimiento, oh serpiente de piedra,
no dejes de hablar en tus mudas paredes
no saltes del abismo hacia la tierra
permanece, oh roca, oh madre de madres.

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