La Isla del Sol

La Isla del Sol

Al otro día, salí para La Isla del Sol. A tres horas en barco de Copacabana descansa la Isla del Sol, y a 7km más, la Isla de la Luna. Para suerte de los viajeros, aquel día era festivo en la parte norte de la isla y todas las comunidades pertenecientes a esa región de la isla acudían con sus trajes típicos para danzar y celebrar.

Pero si Copacabana fue una experiencia espiritual, La Isla del Sol, se lleva los laureles. El solo hecho de que no exista transporte automotriz, ni carreteras que puedan soportarlo, es algo que nos devuelve en el tiempo. Y devuelve en el sentido estricto, el del vomito, el de la soledad, el de sentirse pequeño en el mundo, como una isla en medio de un gran lago, tanto que semeja un mar.

Ese es un gran escenario para una película. Y sino, miren el templo del sol, el templo que construyeron los antiguos habitantes en honor del astro rey. La ubicación, lo que se ve a través de sus pequeñas ventanas, el número de habitaciones, todo, cada detalle está pensado y está en sincronía con la isla, y en definitiva con el cosmos.

Quise ir a la Isla de la Luna, pero no hay barcos que lleven hasta allí… a menos que contrates uno privado que te cobra por cada asiento que no se utiliza. Entonces no fui 🙂

Copacabana

Copacabana

Antes de pasar a Perú, inevitablemente se ha de visitar Copacabana. Sorprende el mismo viaje, cuando en medio camino, en Tiquina, uno debe bajarse del colectivo (autobús), subir a una lanchita, y mirar a unos 500metros, cómo una plataforma de madera transporta el colectivo de una orilla a la otra.

Al llegar a la ciudad, uno puede respirar la paz que emana el Lago Titicaca. Ya se trate de energías, de silencio, de libertad de presiones sociales o de subsistencia, o de lo que fuere, la tranquilidad con que reposa el alma es, por lo menos, inaudita. Heme ahí, levantando los brazos hacia el sol, como quizás mis antepasados solían hacerlo siguiendo el instinto, que como a mí, me hizo sentirme libre como cada cosa que hay en la tierra.

Quizás la parte lamentable, es el ambiente turístico que se vive, pero no mucho más diferente a cualquier ciudad que vive de esa actividad. De todas maneras, uno siempre puede escaparse hacia el interior, hacia su niño interior… como yo jugando a ser escalador:

CON EL DIRECTOR DEL CONACINE

CON EL DIRECTOR DEL CONACINE

Joven, inteligente, abierto. Todo eso se puede percibir cuando uno habla con Demetrio Nina. Hace solo semanas que es Director del Conacine y pretende emprender varias actividades para potenciar el cine en Bolivia.
Te deseamos mucha suerte Demetrio y gracias por abrir las puertas del Conacine a El Imperio Inca.

ENCUENTRO CON PATRICIA QUINTANILLA

ENCUENTRO CON PATRICIA QUINTANILLA

Patricia es una de las productoras más sobresaliente de los últimos años en Bolivia. Una de sus últimas producciones es “Los Andes no creen en Dios”, del Director Antonio Eguino. Cuando vi esta película, mis esperanzas sobre el cine boliviano se acrecentaron aún más. Pero lo más importante es que Patricia es una persona con una energía única. Su motivación es impresionante, de esas que saben levantar un rodaje cuando todos están cansados.

Gracias Patricia por todo el apoyo y, aunque tenemos que hablar de los «detalles», por formar parte de El Imperio Inca desde sus orígenes.