Cusco, El Ombligo del Mundo

Cusco, El Ombligo del Mundo

Si había algún lugar al que tenía que llegar era Cusco. La capital del Imperio Inca.

En este preciso lugar se erguían los palacios de los emperadores incas, de los fundadores de las dinastías que gobernaron el imperio de las cuatro regiones: El Tawantinsuyu.

Pero aquellos edificios, donde las piedras de las construcciones incas parecen hablar, parecen querer salirse de su encierro para contar hasta el origen del universo, fueron convertidos en tiendas comerciales. No me imagino al gran Inca Pachacutec viendo sus habitaciones transformadas en lugares de exposición de productos para la venta. Pero así es el ciclo del mundo, el tiempo y su eterno retorno.

Aún así, muchos muros se conservan tal como hace más de 500 años y hoy podemos disfrutar de estas maravillas que, en la actualidad, siguen siendo un misterio para la ciencia: ¿Cómo pudieron construir esos muros con tanta precisión? ¿Cómo tallaron las piedras para que encajen de tal manera que ni una hoja de afeitar puede introducirse entre las uniones?

Los caminos que intentan responder estas cuestiones son todos válidos. Yo debía encontrar la mía. A pesar de mis investigaciones bibliográficas nunca pude hallar una respuesta satisfactoria. Algo había oído sobre las «piedras de barro», pero nunca con tanto detalle. Mientras muchos tratan de explicar cómo trasladaron las piedras de una montaña a otra, algunos lugareños hablan sobre sus antepasados y explican que los incas eran capaces de «ablandar la piedra». Aparentemente existe o existía una planta con la cual los hatun-runa podían modelar la piedra a modo de arcilla. ayudados por placas de metal podían dar a la piedra cualquier forma… el límite era la imaginación!

Recrear este tipo de paredes será una tarea faraónica, pero ya estamos mano a la obra!!! Artistas humahuaqueños investigan la mejor manera de reproducir este trabajo tan preciso.

Mientras, les dedico esta poesía, que la misma piedra inspira:

Estático movimiento, oh serpiente de piedra,
no dejes de hablar en tus mudas paredes
no saltes del abismo hacia la tierra
permanece, oh roca, oh madre de madres.

Y por fin Perú! – Arequipa

Y por fin Perú! – Arequipa

Luego de un viaje casi doce horas y en un colectivo que no tenía calefacción, llegué a Arequipa. En el transcurso conocí a Jake, un chico inglés que también llevaba tiempo viajando por Bolivia y ahora empezaba Perú. By the way, Jake, I don’t have your e-mail!
Para nuestra suerte, nos conocimos en el autobús y pudimos alquilar un hostal juntos, a las 4 de la mañana. Andar por una ciudad desconocida, buscando un hotel, no es muy recomendable que digamos… eso si no se están buscando experiencias para escribir una historia de suspenso, persecusión o terror.

En Arequipa habían dos intereses: el museo donde yace La Momia Juanita y el cañón del Colca.

El Museo Museo Santuarios Andinos de la Universidad Católica de Santa María era un Have To. El descubrimiento de la Momia Juanita y de todo su ajuar es algo vital para el conocimiento de la cultura inca y, en mi caso, para poder reconstruir todo aquel universo que ellos han creado.
No era posible sacar fotografía, pero pude adquirir un libro donde se detallan, en texto e imágenes las piezas que se exponen en el museo.

El cañon del Colca fue imposible de visitarlo porque requería de un tiempo del que no disponía, debía partir cuanto antes a Cusco y debí conformarme con las fotografías que viajeros y agencias cuelgan en internet, como la que se muestra a continuación:

La ciudad de Arequipa, en sí, guarda mucho de su época colonial y es conocida como la Ciudad Blanca, por sus construcciones hecha en piedra del color que ya has deducido.

La Isla del Sol

La Isla del Sol

Al otro día, salí para La Isla del Sol. A tres horas en barco de Copacabana descansa la Isla del Sol, y a 7km más, la Isla de la Luna. Para suerte de los viajeros, aquel día era festivo en la parte norte de la isla y todas las comunidades pertenecientes a esa región de la isla acudían con sus trajes típicos para danzar y celebrar.

Pero si Copacabana fue una experiencia espiritual, La Isla del Sol, se lleva los laureles. El solo hecho de que no exista transporte automotriz, ni carreteras que puedan soportarlo, es algo que nos devuelve en el tiempo. Y devuelve en el sentido estricto, el del vomito, el de la soledad, el de sentirse pequeño en el mundo, como una isla en medio de un gran lago, tanto que semeja un mar.

Ese es un gran escenario para una película. Y sino, miren el templo del sol, el templo que construyeron los antiguos habitantes en honor del astro rey. La ubicación, lo que se ve a través de sus pequeñas ventanas, el número de habitaciones, todo, cada detalle está pensado y está en sincronía con la isla, y en definitiva con el cosmos.

Quise ir a la Isla de la Luna, pero no hay barcos que lleven hasta allí… a menos que contrates uno privado que te cobra por cada asiento que no se utiliza. Entonces no fui 🙂

Copacabana

Copacabana

Antes de pasar a Perú, inevitablemente se ha de visitar Copacabana. Sorprende el mismo viaje, cuando en medio camino, en Tiquina, uno debe bajarse del colectivo (autobús), subir a una lanchita, y mirar a unos 500metros, cómo una plataforma de madera transporta el colectivo de una orilla a la otra.

Al llegar a la ciudad, uno puede respirar la paz que emana el Lago Titicaca. Ya se trate de energías, de silencio, de libertad de presiones sociales o de subsistencia, o de lo que fuere, la tranquilidad con que reposa el alma es, por lo menos, inaudita. Heme ahí, levantando los brazos hacia el sol, como quizás mis antepasados solían hacerlo siguiendo el instinto, que como a mí, me hizo sentirme libre como cada cosa que hay en la tierra.

Quizás la parte lamentable, es el ambiente turístico que se vive, pero no mucho más diferente a cualquier ciudad que vive de esa actividad. De todas maneras, uno siempre puede escaparse hacia el interior, hacia su niño interior… como yo jugando a ser escalador:

Tiwanaku

Tiwanaku

Luego de varias semanas fuera estoy de regreso, en Jujuy, Argentina. Desde aquí y con más calma vuelvo a la carga con la actualización del Docublog con todos los lugares que visité en mi viaje-investigación sobre la cultura incaica.

Luego de una estadía admirable en La Paz, viajé a un sitio donde los Incas llegaron, pero no fueron los primeros. El gran Imperio Puquina fue el que, según las teorías, integró todas aquellas regiones cercanas a Tiwanaku y cuyas obras arquitectónicas trascendieron el tiempo para llegar hasta nuestra actualidad.

Dicen de este lugar que fue un sitio sagrado, un lugar de peregrinación, no sólo de las culturas cercanas sino de todas las nacionalidades, colores y/o raza. Así lo demostrarían las vasijas con rostros orientales y africanos.

La obra arquitectónica se muestra majestuosa, secundada por las representaciones de la Pachamama o por el Dios Viracocha, que todo lo vislumbra desde la Puerta del Sol.
Dicen que miles de personas, aún siguen peregrinando a esa puerta, donde algunos llegan a descubrir las claves para vivir una vida mejor, o encuentran, por fin, su lugar en el mundo.

Lo que sí puedo asegurar es que es un lugar que hace pensar, reflexionar sobre las cosas grandiosas que el ser humano puede llegar a hacer con tan solo proponérselo.