Antonio de Herrera y Tordesillas

Antonio de Herrera y Tordesillas

El cuarto y último cronista mayor Antonio de Herrera y Tordesillas (Cuéllar, 1549 – Madrid, 28 de marzo de 1626).

Fue Cronista Mayor de Castilla durante los reinados de Felipe II y Felipe III, y también de Indias. Cristóbal Pérez Pastor le atribuyó el sobrenombre de “Príncipe de los historiadores de Indias”. Está considerado el historiador más dilatado de su época, y su obra está compuesta también por una Historia General del Mundo, una de Portugal y una Descripción de Indias.

Logró el cargo de Cronista Mayor de Indias en 1596, y el de Castilla en 1598, con un sueldo apetecible o, como el mismo Herrera dice “optimo stipendio dotatum”. En el año 1601 trasladó su residencia a Valladolid, con la Corte, y allí prosiguió su incansable actividad historiográfica entremezclada con otras de índole palaciega y las inevitables de índole económica.

En 1607 volvió a Madrid, residiendo en unas casas de la Puerta del Sol y dedicado a sus tareas literarias, donde gozó de una vida cómoda y señorial. Sin embargo, los enredos económicos en que andaba le provocaron un arresto domiciliario en 1609, que duró hasta 1611, continuando desde entonces a su actividad histórica y literaria hasta su muerte

Es más reconocido por su obra Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales, conocida como Décadas, y cuyo análisis nos compete.

A pesar de todos los halagos a su obra, se ha de tener en cuenta lo que señala Andrade Reimers: «…la amplitud de los temas, que por obligación debía abordar, no le permitió profundizar debidamente en ninguno de ellos, llegando a plagiar a numerosos autores e incurriendo en frecuentes contradicciones».

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Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés

Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés

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Nuestro tercer autor es Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (Madrid, 1478 – Valladolid, 1557)

A diferencia de los anteriores, éste cronista prácticamente podría considerase anti-indigenista. Con el cargo de notario público y secretario del Consejo de la Santa Inquisición(1507), viaja a las Indias en 1513 en la expedición a Panamá de Pedrarias Dávila, que había sido nombrado gobernador de Castilla del Oro, y ostentó «la escribanía de minas e del crimen» y el «oficio del hierro de los esclavos e indios», cargos a los que añadió después el de «veedor de las fundiciones» de oro, teniente del gobernador Pedrarias, gobernador de Cartagena de Indias y alcaide de la fortaleza de Santo Domingo.

Tras una estancia relativamente breve, debido a los puntos de vista tan diferentes, tuvo encuentros violentos con el dominico fray Bartolomé de las Casas, quien lo acusó en Barcelona de ser «partícipe de las crueles tiranías que en Castilla del Oro se han hecho». Sus radicales diferencias con Las Casas partían de que el dominico consideraba a los indios seres humanos, con los mismos derechos que los españoles. En cambio, Fernández de Oviedo, como Ginés de Sepúlveda, los tenía por homúnculos, seres aquejados de defectos tan graves e irremediables que hacían imposible la convivencia con los castellanos, o la conversión consciente a la fe cristiana.

En su obra Historia general y natural de las Indias pueden leerse algunos juicios como los siguientes:

«[…]naturalmente vagos y viciosos, melancólicos, cobardes, y en general gentes embusteras y holgazanas […] Idólatras, libidinosos y sodomitas […] ¿Qué puede esperarse de gente cuyos cráneos son tan gruesos y duros que los españoles tienen que tener cuidado en la lucha de no golpearlos en la cabeza para que sus espadas no se emboten»

Tales opiniones eran compartidas por muchos conquistadores, y convencer sobre su veracidad a las autoridades de la corona resultaba muy conveniente, pues la irracionalidad de los indios justificaba la continuidad y perpetuidad de la encomienda, la esclavización en «guerra justa», y en última instancia las propias conquistas.

Fernández de Oviedo volvió a realizar otros cuatro viajes a América, en la que permaneció un total de veintidós años, y fue nombrado Cronista de Indias en 1532.

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