El fin de un principio – de Alex Blanco

¿Hay algo más honorífico que te dediquen una poesía? Gracias Alex Blanco por esta poesía, pero sobre todo por hacer de tu vida un poema.

El fin de un principio – de Alex Blanco
El hombre en su crueldad eterna con el hombre
no sólo respetaba a la naturaleza,
sino que pretendía una unidad con ella.

El hombre de los Andes amante de la alpaca,
el chasqui infatigable, la momia de la niña,
la ciudad olvidada por las cimas del cielo…

¿Qué quedó de los incas, salvo tú, Adrián Silisque?
¿Del guerrero muerto antes de comenzar la lucha
por la flecha invisible que llamaron viruela,
de aquellos sacerdotes fieles a Viracocha,
de Cuzco, de su Cuzco,
amazona de piedra montada sobre un puma?

Gracias a los ardides que heredamos de Homero
y con la magia negra de la pólvora aleve,
los diecisiete bárbaros codiciosos demostraron
que el Inca era tan sólo la imagen reflejada,
aumentada de otro hombre en un espejo de oro.

Llegaron más morriones con las crestas metálicas
para menospreciar a la también mortal
creadora de vida en su verdor espléndido,
envenenando su útero con las minas de plata.

El Calendario Inca de Tom Zuidema

El Calendario Inca de Tom Zuidema

“EL CALENDARIO INCA ES LA OPERA MAGNA DE TOM ZUIDEMA”, AFIRMA MINISTRO DE CULTURA

Infaltable era mi visita a una librería tradicional en Lima: la Librería El Inca. Sobra decir que por el lapso de una hora fui un niño en una juguetería. Cada texto, cada autor, cada formato de libro, cada reliquia descansando en las estanterías a la espera de que algún viajero o algún estudioso se acercase a sus páginas.
Un viajero y un estudioso. Y de repente allí estábamos. El viajero, Tom Zuidema y el estudioso Adrian Silisque, jeje. Realmente era al revés. El viajero Adrian y el estudioso de la cultura Inca, Tom. Acababa de ver su libro, y no fui yo quien le reconoció. Como ya habíamos estado hablando un rato largo con el señor que atendía la tienda, se me acercó y dijo: «este libro que tienes en las manos es nuevo, lo acaba de escribir este Señor». Y ahí estaba, el verdadero Tom Zuidema buscando algún libro sobre los incas. Pero ¿qué más podría aprender una eminencia como él? Esas son las cosas que marcan la diferencia entre un erudito y un truhán, el erudito siempre está aprendiendo.
Una nota infaltable sobre la presentación de su libro es la Nota de prensa del Ministerio de Cultura de Perú.

Por mi parte, en ese momento no llevaba la cámara pero me llevé el autógrafo de tan afamado escritor sobre los Incas.

EL VALLE SAGRADO, Calca

EL VALLE SAGRADO, Calca

Una experiencia chamánica. Hace unos años conocí a Pío, un psicólogo que desde pequeño había aprendido a realizar ceremonias ancestrales. Nuestro primer encuentro se produjo en Barcelona, y gracias a Bernadette, una amiga alemana, tuve la posibilidad de contactarlo en Cusco.
Como si hubiese estado planeado por el universo, el mismo día que lo fui a ver, él estaba saliendo para realizar una ceremonia con unos chicos que le esperaban en Calca. Así que tuve que pensarlo un ratito, y me fui con él.
Una vez allí, encontré a una chica que hablaba español con acento francés y un chico al que le estaba prohibido pronunciar palabra alguna. Una especie de terapia, voto de silencio. Ellos llevaban haciendo varias ceremonias… ese es el verdadero trabajo interior.

Comenzó la ceremonia y tras algunas visiones «menores», dos hechos pasaron bajo el efecto de la ayahuasca. Se me apareció una pareja de reyes incas, el detalle de sus vestidos era simplemente impresionante. Sin decir palabra me invitaron a sentarme al lado de ellos y desde la punta de la montaña veía todo Cusco a mis pies. Era una invitación a divisar aquel paisaje, sentado al lado de dos ancestros importantísimos. Pío me comentaba que los «cuidadores» de esas tierras estaban de acuerdo con el proyecto de hacer una película sobre ellos… qué más podía pedir!?
Esa misma noche, sería tragado por una enorme serpiente, lo que significa, según la gente del lugar, una gran curación.
Les comparto una imagen que mas o menos intenta retratar la sensación de como la serpiente te va, literalmente, comiendo. Es una pintura de Alejandra Baiz y se títula Warmi Kuraini, que en quechua quiere decir Mujer curandera.

Y por fin Perú! – Arequipa

Y por fin Perú! – Arequipa

Luego de un viaje casi doce horas y en un colectivo que no tenía calefacción, llegué a Arequipa. En el transcurso conocí a Jake, un chico inglés que también llevaba tiempo viajando por Bolivia y ahora empezaba Perú. By the way, Jake, I don’t have your e-mail!
Para nuestra suerte, nos conocimos en el autobús y pudimos alquilar un hostal juntos, a las 4 de la mañana. Andar por una ciudad desconocida, buscando un hotel, no es muy recomendable que digamos… eso si no se están buscando experiencias para escribir una historia de suspenso, persecusión o terror.

En Arequipa habían dos intereses: el museo donde yace La Momia Juanita y el cañón del Colca.

El Museo Museo Santuarios Andinos de la Universidad Católica de Santa María era un Have To. El descubrimiento de la Momia Juanita y de todo su ajuar es algo vital para el conocimiento de la cultura inca y, en mi caso, para poder reconstruir todo aquel universo que ellos han creado.
No era posible sacar fotografía, pero pude adquirir un libro donde se detallan, en texto e imágenes las piezas que se exponen en el museo.

El cañon del Colca fue imposible de visitarlo porque requería de un tiempo del que no disponía, debía partir cuanto antes a Cusco y debí conformarme con las fotografías que viajeros y agencias cuelgan en internet, como la que se muestra a continuación:

La ciudad de Arequipa, en sí, guarda mucho de su época colonial y es conocida como la Ciudad Blanca, por sus construcciones hecha en piedra del color que ya has deducido.

La Isla del Sol

La Isla del Sol

Al otro día, salí para La Isla del Sol. A tres horas en barco de Copacabana descansa la Isla del Sol, y a 7km más, la Isla de la Luna. Para suerte de los viajeros, aquel día era festivo en la parte norte de la isla y todas las comunidades pertenecientes a esa región de la isla acudían con sus trajes típicos para danzar y celebrar.

Pero si Copacabana fue una experiencia espiritual, La Isla del Sol, se lleva los laureles. El solo hecho de que no exista transporte automotriz, ni carreteras que puedan soportarlo, es algo que nos devuelve en el tiempo. Y devuelve en el sentido estricto, el del vomito, el de la soledad, el de sentirse pequeño en el mundo, como una isla en medio de un gran lago, tanto que semeja un mar.

Ese es un gran escenario para una película. Y sino, miren el templo del sol, el templo que construyeron los antiguos habitantes en honor del astro rey. La ubicación, lo que se ve a través de sus pequeñas ventanas, el número de habitaciones, todo, cada detalle está pensado y está en sincronía con la isla, y en definitiva con el cosmos.

Quise ir a la Isla de la Luna, pero no hay barcos que lleven hasta allí… a menos que contrates uno privado que te cobra por cada asiento que no se utiliza. Entonces no fui 🙂